Comentario de teatro
Viernes 13 de Junio de 2008/ La Segunda
Por Javier Ibacache V.
Resuelto a otorgarle al texto un valor prioritario en la escena, Víctor Carrasco ha moldeado en catorce años una estética de reconocible pulcritud que alcanza un punto de excelencia en "Norte", de Alejandro Moreno.
Si antes gestionó la traducción y difusión de autores europeos contemporáneos (como Bernard-Marie Koltés o Jon Fosse), esta vez teatraliza la obra de un dramaturgo chileno cuyo proceso de escritura partiera durante una residencia en el Royal Court de Londres.
La pieza de múltiples lecturas simbólicas muestra a cuatro hombres recluidos en un asilo (Diego Casanueva, Juan Pablo Ogalde, Andrés Céspedes, Ramón Llao) quienes relatan sus historias mientras el lugar es atacado desde el exterior. Acaso victimarios, abusadores, criminales o enfermos psiquiátricos, su único puente con el mundo exterior es un celador (Cristián Carvajal) que los protege y alimenta, mientras ellos añoran con el paisaje del norte chileno (que el autor conoce a cabalidad por su origen copiapino) como un único lugar posible para la redención y el ensueño.
En su dimensión de bestias humanas que viven en el ocaso, los personajes parecen corporizar aquellas pulsiones del individuo civilizado que se niega a reconocer como propias y que exilia o encierra en hospitales o cárceles.
La puesta en escena subraya ese alcance alegórico a través de un cuidadoso diseño de escenografía e iluminación (Fernando Briones) que le otorga al verbo una profundidad extra y que genera composiciones de una belleza tan oscura como epifánica gracias al empleo de un telón panorámico que modifica su colorido y sobre el cual se recortan las siluetas de lso cuerpos.
El elenco se ajusta a las pautas que ha madurado la dirección en anteriores montajes. Las inquietantes pausas y los silencios entre escenas se suman a la rigidez corporal para dar curso a un tempo acompasado en que los diálogos cotidianos alcanzan resonancias extras, aunque la escritura de A. Moreno introduce un humor inusual para la línea en que ha venido trabajando Carrasco.
En esa convención, C. Carvajal, J.P. Ogalde y D. Casanueva dosifican adecuadamente el ímpetu y los recursos vocales y ofrecen pasajes de delicada contundencia dramática, mientras R. Llao y A. Céspedes lo hacen de modo progresivo.
Primer título de una trilogía, la obra constituye un inestimable punto aparte en la cartelera.