lunes, 16 de junio de 2008

"NORTE": DRAMA SIMBÓLICO DE BELLEZA BRUTAL

Comentario de teatro

Viernes 13 de Junio de 2008/ La Segunda

Por Javier Ibacache V.


Resuelto a otorgarle al texto un valor prioritario en la escena, Víctor Carrasco ha moldeado en catorce años una estética de reconocible pulcritud que alcanza un punto de excelencia en "Norte", de Alejandro Moreno.


Si antes gestionó la traducción y difusión de autores europeos contemporáneos (como Bernard-Marie Koltés o Jon Fosse), esta vez teatraliza la obra de un dramaturgo chileno cuyo proceso de escritura partiera durante una residencia en el Royal Court de Londres.

La pieza de múltiples lecturas simbólicas muestra a cuatro hombres recluidos en un asilo (Diego Casanueva, Juan Pablo Ogalde, Andrés Céspedes, Ramón Llao) quienes relatan sus historias mientras el lugar es atacado desde el exterior. Acaso victimarios, abusadores, criminales o enfermos psiquiátricos, su único puente con el mundo exterior es un celador (Cristián Carvajal) que los protege y alimenta, mientras ellos añoran con el paisaje del norte chileno (que el autor conoce a cabalidad por su origen copiapino) como un único lugar posible para la redención y el ensueño.

En su dimensión de bestias humanas que viven en el ocaso, los personajes parecen corporizar aquellas pulsiones del individuo civilizado que se niega a reconocer como propias y que exilia o encierra en hospitales o cárceles.

La puesta en escena subraya ese alcance alegórico a través de un cuidadoso diseño de escenografía e iluminación (Fernando Briones) que le otorga al verbo una profundidad extra y que genera composiciones de una belleza tan oscura como epifánica gracias al empleo de un telón panorámico que modifica su colorido y sobre el cual se recortan las siluetas de lso cuerpos.

El elenco se ajusta a las pautas que ha madurado la dirección en anteriores montajes. Las inquietantes pausas y los silencios entre escenas se suman a la rigidez corporal para dar curso a un tempo acompasado en que los diálogos cotidianos alcanzan resonancias extras, aunque la escritura de A. Moreno introduce un humor inusual para la línea en que ha venido trabajando Carrasco.


En esa convención, C. Carvajal, J.P. Ogalde y D. Casanueva dosifican adecuadamente el ímpetu y los recursos vocales y ofrecen pasajes de delicada contundencia dramática, mientras R. Llao y A. Céspedes lo hacen de modo progresivo.

Primer título de una trilogía, la obra constituye un inestimable punto aparte en la cartelera.

viernes, 13 de junio de 2008

DEJA QUE LOS PERROS LADREN: PROYECCIÓN INTERRUMPIDA

Crítica de teatro

Diario El Mercurio / Viernes 13 de Junio de 2008.

Por Pedro Labra Herrera.


La idea matriz del experimento "Deja que los perros ladren" promete. Su creador, Héctor Noguera, busca confrontar a su propio hijo Diego con el filme que dirigiò Naum Kramarenco en 1961, forzando así una tensión y un diálogo crítico entre el joven actor y el personaje que su padre a la misma edad encarnó en esa película, y antes en la notable obra de Sergio Vodanovic en que ésta se basó. Con todas las implicancias que ello conlleve en cuanto a relación padre-hijo, brecha intergeneracional y paralelo entre dos épocas, ya que narra una historia de corrupción política y deshonestidad que enfrenta a un funcionario público y su hijo.

La expectativa pronto se esfuma. Durante hora y media asistimos a la proyección casi íntegra de la cinta al fondo, mientras en primer plano Diego Noguera opera el DVD, lo adelanta un par de veces, toma notas en una libreta y a ratos interfiere la pantalla con la sombra de un lápiz o su propio cuerpo. Más adelante camina en la penumbra quizás si irritado o pensativo, y hacia el final sale de escena al parecer asqueado por el relato. Nunca habla.

Creemos que por lo general es inútil que una acción teatral compita con una imagen en movimiento en atraer la atención del espectador. Aquí además los recursos teatrales en juego son mínimos, mientras lo que muestra la proyección es atrapante. Llega un momento en que ya no queremos que el actor se entrometa y mucho menos que diga algo como esperábamos, porque nos distraerá de la pantalla. Aunque fallida, la propuesta nos permite revisar un interesante filme nacional que no se exhibía hace décadas por problemas legales y, sobre todo, nos recuerda la solidez dramatúrgica y ética de la obra de Vodanovic, cuya vigencia amerita que alguna compañía la reestrene.

Teatro Camino, Peñalolen Alto. Jueves y viernes a las 21:00, sábado y domingo 20:00 horas. General: $3.000.

lunes, 9 de junio de 2008

"TAPE": INCIERTA Y DESCREÍDA EXPIACIÓN DE CULPAS EN TIEMPO REAL



Comentario de teatro.


Por Javier Ibacache V.

Diario La Segunda / Viernes 6 de Junio de 2008.


Conocida a partir de la versión fílmica que estrenara Richard Linklater en 2001, "Tape" pertenece a un línea de obras de espacios cerrados que trascurren en tiempo real y que sustentan en la capacidad de los diálogos para desentrañar nudos biográficos.

Como ocurre en una línea de creaciones que prácticamente han hecho escuela, el texto de Stephen Belber indaga en el abuso sexual a partir de la incierta adjudicación de culpas y de los roles ambiguos de víctima y victimario y se vale de una estructura dramatúrgica de gran precisión, donde el motivo central es puesto en jaque tres veces conforme avanza la representación mientras los personajes muestran sus reveses.

La versión local ha sido adaptada por Pablo Illanes (reconocido guionista de televisión) con dirección de Alvaro Rudolphy y actuaciones de Javiera Contador, Guido Vecchiola e Iñigo Urrutia.

Las tipologías del original (un traficante de drogas venido a menos, un director de cine debutante y una fiscal de provincia) han sido teñidas levemente de giros locales aunque se conservan las referencias de la obra de Belber y el casette ha pasado a ser acá una cinta de video.

Esto no dificulta que los punzantes y descreídos diálogos se conserven intactos y constituyan el factor decisivo para sostener la hora y veinte de representación.

El juego constante de quiebres, provocaciones y medias verdades demanda un elenco diestro en todos los recursos del realismo para componer la forma externa de los personajes y, a la vez, dar luces sobre las contradicciones internas. Sólo así los chistes ganan consistencia, la anécdota deja de ser una suma de estereotipos y asoma la pesadumbre corrosiva que anida en el texto.

Desde esta perspectiva, sorprende la evolución que alcanza G. Vecchiola en un registro inédito en su carrera que le permite mostrar un desparpajo consistente, convirtiéndose en la pieza clave de la puesta. I. Urrutia aun muestra cierta distancia y J. Contador necesita despercudirse de los modismos y muletillas que dejaran tres temporadas de "Casado con hijos" en su estilo (especialmente en la proyección vocal).

Aunque el montaje se deja seguir con interés gracias a una dirección que dosifica con ponderación las transiciones entre una y otra atmósfera, hay opciones que admiten reparos, como el uso de una descorcentante banda sonora que ensucia las escenas (más propia de un thriller que de una pieza intimista); la feble resistencia de los paneles que enmarcan las acción y un desaprovechado diseño de iluminación que no logra generar climas de peso dramático.